Aunque no hay nada más tierno que ver a un niño durmiendo, no es extraño que para muchos padres la hora de acostar a sus hijos se convierta en un calvario, los lloros y las rabietas porque no quieren dormir son bastante habituales.
A partir de los 3 años es normal que los niños inventen mil excusas al momento de irse a dormir. Nuestros hijos lo que quieren es retrasar el momento de irse a la cama.
Es por eso que cuando les pedimos que vayan a dormir ellos dicen que tienen hambre, que tienen sed, que tienen miedo y que simplemente no tienen sueño.
Cual debe ser la actitud de los padres con un hijo que no quiere dormir
Lo primero tenemos que debemos educar a los niños buenos hábitos, lo que llamamos la higiene del sueño y esto como en todos los momentos de hábitos se consigue a base de repeticiones.
Todos los días debemos procurar tener el mismo horario. A una hora dejamos de jugar, nos ponemos el pijama, preparamos la ropa del día siguiente, vamos al baño, nos damos un baño, nos ponemos en pijama, cenamos, vamos al dormitorio, le leemos algunas de esas fábulas para niños, apagamos la luz y a dormir.
También tenemos que pensar en cuál es nuestra actitud como padres. Ya que en muchas ocasiones este sentimiento negativo hacia el momento de acostarse, lo afrontamos con nerviosismo, ponemos nerviosos a nuestros hijos e incluso lo usamos como un castigo.
Tenemos que escenificar el momento de dormir como algo maravilloso. Tienen que decirle que esto es algo bueno para ellos.
Cómo debemos afrontar estás excusas de nuestros hijos
En primer lugar tenemos que saciar estas necesidades: Tengo hambre, entonces les llevamos unas galletas, tengo sed, le ponemos un vaso de agua, tengo miedo a la oscuridad, dejamos la puerta entreabierta.
Una vez que el niño sepa que hemos atendido todas sus necesidades, nos quedamos unos minutos con ellos para luego irnos.
Si el niño se levanta, tenemos que volverlos a meter en la cama con mucha paciencia y tranquilidad, porque ya no existen excusas.
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